Mediante dos entrevistas que hicimos a micro y pequeños empresarios de manera de aproximarnos al tema de nuestra memoria, emperimenté dos situaciones que me significaron una gran diferencia.
En una de ellas pude darme cuenta de la necesidad de acercarse a una persona con la sensibilidad suficiente como para mirar la situación de entrevista desde el punto de vista del entrevistado, y no como solemos hacerlo, desde el entrevistador. Frecuentemente nos acercamos a pedir información a un sujeto que nos la puede proveer, pero ésto no implica que lo hagamos con la empatía necesaria que permita al otro sentirse en confianza. Sin embargo, no se trata de una sensibilidad como técnica, sino en una sensibilidad que nos ayude a lograr una sintonía con la subjetividad de cada persona. Esto implica que cada vez que entrevistemos a alguien, requerimos de la creación de un ambiente agradable, de confianza y comodidad, que invite al otro a desplegarse.
Agradezco esta experiencia especialmente porque logré darme cuenta de algo fundamental en las relaciones humanas, que de no haber faltado en ese momento, habría pasado desapercibida.